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Un futuro diferente para sobrevivientes de violencia de género en República Dominicana

Caribbean, Dominican Republic
Una doctora en una de las clínicas de Profamilia, donde se implementa una estrategia de detección de violencia de género con todas sus usuarias.

Profamilia trabaja para romper el silencio en torno a la salud sexual y reproductiva a través del cuidado, la comunidad y la defensa de derechos.

Cuando María* se casó, soñaba con construir una familia en un hogar en paz. Había sido testigo de la violencia doméstica durante su niñez, viendo a su madre lidiar con una pareja abusiva mientras criaba a diez hijos, y quería romper ese ciclo. Sin embargo, después de los primeros años de matrimonio, su exesposo comenzó a mostrar comportamientos agresivos y controladores. La humillaba y le quitaba el dinero que ganaba para mantener a sus tres hijos.

Con el tiempo, María* encontró la fuerza para terminar su relación. “No quería que mis hijos pensaran que la violencia doméstica es normal. Tenía que ser su ejemplo”, dice. Llevaba unos años separada de su agresor cuando llegó la pandemia de Covid-19, y su exmarido la obligó a ella y a sus hijos a regresar a su casa. La conducta agresiva volvió a aparecer; su ex le confiscó el teléfono para monitorear sus comunicaciones y se volvió físicamente violento. Al aislarla del mundo exterior, María temía por su vida.

En su primera cita en una de las clínicas de Profamilia, María* no tenía planeado hablar de lo que estaba pasando, pero le preguntaron. Desde 2006, la organización dominicana Profamilia, socia de Fòs Feminista, ha implementado una estrategia de detección de violencia de género con sus usuarias. A todas las mujeres que acuden a consultas médicas o psicológicas, por cualquier motivo, se les pregunta sobre experiencias que puedan indicar situaciones de violencia. Si el personal de Profamilia reconoce signos de abuso en las usuarias, las derivan a servicios clínicos, psicológicos, legales y sociales, todos ofrecidos por la organización.

Así fue como María* conoció a Senaya Hernández, asesora legal en Profamilia. “Cuando Senaya se acercó a mí, comencé a sentir que una mano amiga iba a protegerme, que alguien podía escucharme y saber qué estaba pasando. Empecé a contarle sobre la violencia que había soportado durante 12 años”, cuenta María.

Senaya le brindó a María el apoyo y el conocimiento legal que necesitaba para llevar su caso ante un tribunal. El camino de María para protegerse a sí misma y a sus hijos y para responsabilizar a su agresor no ha sido fácil. Ha enfrentado violencia institucional tras presentar cargos, cuando su propio abogado no la representó adecuadamente en el tribunal. Una vez más, Profamilia la apoyó en encontrar un camino hacia adelante.

Un poco de historia

Fundada en 1966, Profamilia lleva décadas apoyando a las personas en el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos. A través de sus clínicas y unidad móvil de salud, promueven la equidad de género al aumentar el acceso a la educación sexual, métodos anticonceptivos, atención prenatal, apoyo en casos de violencia de género y otros servicios de salud sexual y reproductiva, especialmente para las comunidades marginadas en República Dominicana.

A través de un enfoque que combina el cuidado, la participación comunitaria y la defensa de derechos, Profamilia trabaja para romper una cultura de silencio en torno a la salud sexual y reproductiva en el país.

El trabajo de Profamilia es de suma importancia en un país con una de las tasas más altas de feminicidio en América Latina y el Caribe, donde una de cada tres mujeres experimenta violencia de género en algún momento de su vida. Junto con otras organizaciones y movimientos feministas, Profamilia aboga por cambios legales para prevenir y responder mejor a la violencia de género y para proteger la autonomía corporal de las mujeres, como una nueva ley integral sobre violencia contra las mujeres y el fin de la prohibición total del aborto en el país.

Con el apoyo de Profamilia, María* ha comenzado a reconstruir su vida. Ahora vive en un hogar en paz y sus hijos están bien en la escuela. Pero esta no es el fin de su historia: María ha estado compartiendo su experiencia de violencia de género con la esperanza de apoyar a otras mujeres que puedan estar en peligro.

“Me siento empoderada emocional y psicológicamente, porque en mi trabajo puedo hablar con otras mujeres que necesitan ayuda. Comparto con ellas parte de mi historia y les digo que vayan a Profamilia, que allí encontrarán ayuda, como yo la encontré”.

Mirá la historia completa acá:


*Se ha cambiado el nombre de la sobreviviente para proteger su privacidad.

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