CEPAM-G juega un papel fundamental en la respuesta a la violencia hacia las mujeres en el país.
Nayeli, una mujer afroecuatoriana de 30 años, fue víctima de violencia psicológica, física y sexual por parte de su pareja durante mucho tiempo. Acudió a CEPAM-G s con un embarazo no deseado producto de esa violación.
Hace tan sólo unos meses el aborto por esas circunstancias hubiera sido ilegal en Ecuador por lo que Nayeli hubiera tenido que recurrir a un aborto ilegal y potencialmente peligroso para terminar con su embarazo. Sin embargo, en abril la Corte Constitucional despenalizó el acceso al aborto por violación gracias a un caso que empujó un grupo de organizaciones que incluyó a CEPAM-G, creando opciones para mujeres como Nayeli.
Con el nuevo marco legal, el equipo de servicios integrales de CEPAM-Guayaquil acompañó a Nayeli a un centro de salud pública, donde se garantizó su acceso a un aborto legal. Además, continúa acudiendo a CEPAM-G para recibir atención psicológica gratuita y apoyo legal en la denuncia a su expareja.
Guayaquil es la ciudad más grande de Ecuador. Es también una de las más desiguales y en la que los índices de violencia sexual y de género son enormes. Durante los peores meses de la pandemia de COVID19 la violencia hacia mujeres, niñas y personas de género diverso aumentó considerablemente, por lo que el trabajo de CEPAM-G se volvió aún más relevante ya que brindaron atención y consejería en persona, por vía telefónica y a través de redes sociales.
Desde hace 38 años, CEPAM-G (el Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer Guayaquil) ha apoyado a miles de mujeres como Nayeli para que tengan una vida libre de violencia y sus derechos sexuales y reproductivos sean reconocidos y respetados en su país y en América Latina.
Además de trabajar por la liberalización del aborto, CEPAM-G también ha coliderado casos como el de Paola Guzmán, una adolescente que fue víctima de violencia sexual en su escuela y que eventualmente se suicidó. Junto con el Centro de Derechos Reproductivos, CEPAM-G y otras organizaciones lideraron el seguimiento al tema durante años hasta que, en 2020, el caso llegó hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La Corte sentenció al Estado ecuatoriano por no hacer justicia a pesar de que se demostró que Paola había sufrido toda clase de violencias de forma personal y estructural, y determinó que Ecuador incurrió en múltiples faltas para garantizar que las mujeres tengan una vida libre de violencia.
“Es deber de los estados garantizar nuestro derecho a una vida de violencia y el acceso pleno a todos nuestros derechos, incluyendo el aborto, pues nuestros derechos no se debaten ni se negocian, ¡se cumplen y se garantizan!” dijo la abogada Lita Martínez, directora ejecutiva de CEPAM-G.
Bajo la dirección de Lita Martínez, CEPAM-G ha consolidado los servicios integrales con perspectiva feminista para víctimas de violencia, además de brindar capacitación continua a servidores públicos para que puedan dar atención con conciencia de género y sin revictimizar. También hacen campañas de comunicación y brigadas de información para que la población ejerza su derecho a una vida libre de violencia.
CEPAM-G también es la sede del Centro de Respuestas Legales, uno de los centros regionales de fortalecimiento de Fòs Feminista, desde el cual desarrollan acciones de litigio estratégico en favor de la justicia sexual y reproductiva en la región. Sumado a la Clínica Jurídica Feminista, generan competencias y dan acompañamiento técnico para otras organizaciones y colectivos que son parte del movimiento.
“La violencia es estructural. Está inserta en nuestra cotidianidad y es una grave violación que cobra a diario la vida de mujeres víctimas de la violencia machista y femicida en toda América Latina” dice Nadya Donoso, coordinadora de comunicación de CEPAM-G. “Por lo tanto, es importante trabajar en la eliminación de la violencia basada en género y en la educación integral en sexualidad para poder intervenir con perspectiva de género transformadora, y desde una mirada interseccional, pues la preocupación de que nuestras vidas sean arrebatadas por la violencia sigue haciendo parte de nuestros temores cotidianos”.
